Por: Oliver Komar
Este 22 de abril es el Día de la Tierra, o día de la Madre Naturaleza. Sin duda, que las redes sociales y los medios de comunicación transmitirán mensajes sobre el fin del mundo, de la crisis climática y de la conservación de recursos naturales. Son mensajes ya demasiado familiares, que no pretendo repetir en esta ocasión.
También veremos recomendaciones de cómo podemos dejar de desgastar nuestra amada Tierra. Tampoco creo que sea necesario seguir repitiéndolas porque son ya muy conocidas, aunque poco seguidas.
Más bien, quisiera invitarte a que hagas algo esta semana que suena más típico para un primer de enero. Qué hagas una resolución de hacer algo divertido y educativo, que fácilmente puedes lograr este fin de semana o el siguiente. Algo sencillo, que créelo o no, hará sonreír a nuestra Madre Tierra.
Con tu celular, o más bien cualquier cámara digital, enfócate en 10 plantas o animales en tus alrededores, cuyos nombres quisieras aprender. Hay varias aplicaciones móviles ahora que toman las fotos y devuelven propuestas de identificación de las especies, sean plantas, insectos, arañas, hongos, aves o lo que sea. Una de las mejores apps, que no tiene ningún costo, es “iNaturalist”, una herramienta desarrollada por California Academy of Sciences y promovida por National Geographic Society.
Las aplicaciones como iNaturalist tienen un doble propósito, te ayudan a aprender sobre las especies, pero también toman tus reportes y los comparten con el mundo científico. Este proceso es la ciencia ciudadana (conocida también como ciencia participativa). Cualquier “chavo” con una cámara puede jugar. Y lo mejor, es que de vez en cuando, este proceso ayuda a descubrir valiosa información científica que no era antes conocida.
Apuesto que después de aprender los nombres de 10 especies, te vas a sentir mejor, más conectado con tu mundo y con ganas de aprender otros 10 nombres.
Puedes bajar las aplicaciones o puedes acceder al programa vía el sitio web (iNaturalist.org). Yo prefiero el sitio web, porque es más fácil aprovechar otro aspecto de la app: es también una red social, dónde puedo comentar sobre las fotos mías o las de otros observadores (¡las tuyas!). Puedes mandar correos a otros usuarios. Puedes generar proyectos, y publicar ensayos. Puedes ver perfiles personales. Puedes conectarte con expertos de flora y fauna y científicos de todo el mundo.
Por medio de iNaturalist, he logrado reportar más de 2,000 especies en los últimos tres años. Muchas fueron especies que no conocía—y ahora me siento beneficiado con otro nivel de conocimiento. Además, mis fotos han atraído comentarios de científicos o expertos de muchos países, en Europa, Norteamérica, Suramérica, aun Australia, Corea y África.
Soy profesor en la Universidad Zamorano, y todos mis alumnos han probado esta app. Algunos solo publican 4 o 5 fotos, y aun algunos de ellos han recibido invitaciones de compartir sus fotos en publicaciones científicas. Una sobre insectos “leafhoppers” del Instituto Smithsoniano en Washington DC sobresale.
Algunas fotos mías de avispas, un grupo que apenas reconocía hace unos años, van a aparecer pronto en un nuevo libro sobre avispas de Centroamérica. La autora del libro conoció mis fotos por iNaturalist. Algo que me sorprendió es que varias de las especies que documentaba en mis alrededores habían sido poco reportadas previamente.
Solo el otro día, recibí un mensaje por iNaturalist. Uno de los escarabajos que fotografié en una pared de mi vecino (Heterachthes fraterculus) resultó ser una especie rara. ¡Mi foto era la única disponible de un espécimen vivo en todo el internet! Yo solo reconocía la familia (Cerambycidae), pero al publicar la foto en la app, dos expertos de otros países confirmaron su identificación a nivel de especie. El otro día, me solicitaron permiso de utilizar la foto como la referencia para la especie en Wikipedia.
Otras fotos que he publicado han sido confirmadas como especies en proceso de ser descritas, que todavía no tienen un nombre científico asignado.
Una flor que encontré un día mientras caminaba por un cafetal en la Montaña de Santa Bárbara me llamó la atención. La fotografié y subí la foto a iNaturalist. El programa no la reconocía con seguridad, pues la identifiqué solo como “Magnoliophyta”, el nombre científico para el gran grupo de plantas con flores (se puede ingresar “planta con flor” y luego seleccionar la opción más formal que el programa presente).
Tardó un año, pero eventualmente un botánico reconoció la familia y género. El investigador me contactó vía iNaturalist, y ahora está colaborando con otros botánicos de la Universidad Zamorano para publicar la descripción formal de una nueva especie para la ciencia, en Honduras. Todo gracias a mi curiosidad de conocer el nombre de una flora llamativa, que apareció en mi camino.
Esto le puede pasar a cualquiera con la curiosidad de conocer los nombres de las plantas o los animales en su alrededor. En poco tiempo uno puede aprender tanto que se siente como un experto, y puede convertirse en un docente, ayudando a identificar las especies reportadas por otros usuarios de la app.
Al final de cuentas, cuando hay un “ejercito” de personas conociendo los nombres de las especies con quienes compartimos la Madre Tierra, habrá un cambio sustancial en la cultura del aprovechamiento de ella. Tenemos que conocer a nuestra madre, para poder preocuparnos por ella y cuidarla.
Primer dato curioso: hay más de 3.7 millones de usuarios inscritos en iNaturalist.org (o su app móvil). ¿Están listos para participar?
Segundo dato curioso: iNaturalist recopila los reportes de flora y fauna por regiones geográficas, o en proyectos. Por ejemplo, en el campus de la Universidad Zamorano, 1,211 observadores (mayormente alumnos) han reportado 3,185 especies de flora y fauna con sus celulares y cámaras digitales. Muchas son especies beneficiosas para la producción agrícola.
**** Oliver Komar/ Con las nuevas herramientas de ciencia participativa, es más fácil que nunca conocer la biodiversidad de una finca, un área protegida, o un jardín. Hondudiario
Oliver Komar,
Director de Biodiversidad y docente en la Universidad Zamorano