En el pleno centro de una residencial de la capital, entre unos pocos árboles y palmeras de coco y olivo, casi todos los días aparece esta ardilla que placenteramente se desplaza por los muros y merodea a la vista de todos. Vale la pena apreciar sus movimientos como un inquilina urbana, que vive en libertad y sin duda nadie puede acretidar su propiedad entre los vecinos. Fotos Roberto López y CALA.