***Con cuatro millones de habitantes (de 9.5 en todo el país) damnificados, Honduras fue el país más afectado por los huracanes.
[su_pullquote]Por: Gabriel Ortiz[/su_pullquote][su_heading]Tegucigalpa, Honduras[/su_heading]
Honduras cumple en noviembre un año de una pesadilla climatológica que dejó miles de afectados, muchos de los que aún no logran recuperarse tras su impacto. Los Huracanes Eta e Iota son el fenómeno natural más severo que ha afectado al país en más de 20 años.
Primero fue el golpe del huracán Eta. De categoría 4 y con vientos de 240 km/h, tocó tierra en Nicaragua el 4 de noviembre y se desplazó por Honduras y el noreste de Guatemala.
Después llegó Iota, el huracán más poderoso de la temporada (alcanzó la categoría 5 y hasta 260 km/h) que golpeó nuevamente los tres países cuando apenas intentaban levantarse del primero.
La crisis humanitaria dejó más de 100 muertos en Honduras, al menos en las cifras oficiales. Asimismo, un informe hecho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas reveló que las tormentas Eta y Iota en Honduras tuvieron un impacto de 45 mil 676 millones de lempiras.
Y a eso se suma la crisis económica que ha dejado la pandemia de COVID-19, lo que -una vez más- ha llevado a muchos hondureños a enfilar sus caminos hacia el norte como migrantes.
Con cuatro millones de habitantes (de 9.5 en todo el país) damnificados, la mayoría en el Valle de Sula; Honduras fue el país más afectado por los huracanes.
En Honduras, donde el 60 por ciento ya vivía en pobreza, el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fodesh), dijo que la situación ha causado dos décadas de retraso.
Abandono
Casi todo lo que se podía perder se perdió en localidades ya de por sí castigadas por la pobreza acumulada en décadas, y que en 2020 se agravó aún más con la pandemia de COVID-19 y las tormentas tropicales.
A un año de la tragedia climática en territorio nacional, los vecinos del sector Chamelecón en el departamento de Cortés lamentan su situación de abandono.
Una de sus habitantes, Esther Castro, expresó a Radio América que continúa lo mismo que en aquella ocasión en donde sólo el pueblo ayuda al pueblo.
“Nosotros experimentamos una historia triste al regresarnos acá como a los tres meses, cobrándonos luz y agua”, comentó.
“Aquí no había autoridades que nos ayudaran porque vinieron hasta después de haber sufrido”, lamentó.
La mujer de edad adulta deploró que las calles de su zona permanezcan hoy día destruidas y atendidas a medias por parte del gobierno.
“Nosotros aquí estamos abandonados por todos porque ni siquiera aguas negras tenemos”, lamentó.
Doña Castro añadió que en la actualidad se han tenido que endeudar con préstamos para reconstruir sus humildes viviendas.
“Nadie nos ha ayudado, apenas unas instituciones externas nos han colaborado para levantar nuestras casas”, apuntó.
La pesadilla Eta e Iota
Después de tocar tierra en Nicaragua el 3 de noviembre de 2020, el Huracán Eta de categoría 4 trajo lluvias torrenciales y vientos de hasta 275 km/h en el norte de Honduras. Durante su lenta trayectoria de tres días sobre Nicaragua, Honduras y Guatemala, Eta se degradó a tormenta tropical y luego a depresión tropical, dejando fuertes lluvias en gran parte de Honduras y ocasionando un aumento en el nivel de los ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra en el país.
Pero, el 16 de noviembre de 2020, el Huracán Iota de categoría 5 también tocó tierra, degradándose rápidamente de un poderoso huracán a depresión tropical siguiendo casi la misma trayectoria que había seguido Eta. El Huracán Iota ocasionó aún más inundaciones y daños por vientos, afectando a comunidades ya vulnerables tras el paso de Eta, lo que agravó aún más las necesidades humanitarias y la inseguridad alimentaria.
En un país donde 1.65 millones de personas enfrentaban inseguridad alimentaria aguda en niveles de crisis o peores (Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria [CIF], junio–agosto de 2020), es posible que el impacto de los huracanes haya incrementado el número de personas en fase 3 o superior de la CIF.
Esto se vincula a la repentina reducción en el acceso y disponibilidad de alimentos y de trabajo, la pérdida de activos productivos y cultivos, daños en áreas de producción y suministros y el agotamiento de las reservas de alimentos. Los medios de vida de la población rural están devastados, y la situación amenaza a los grupos poblacionales más vulnerables, quienes enfrentan mayores limitaciones para acceder a alimentos y experimentarán un rápido deterioro de su seguridad alimentaria y su nutrición, forzándoles a adoptar estrategias negativas de supervivencia.
Un informe hecho por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas reveló que las tormentas Eta y Iota en Honduras tuvieron un impacto de 45.676 millones de lempiras.
La Evaluación de las Pérdidas y Daños (DaLA por sus letras en inglés) causadas por las tormentas tropicales Eta y Iota en Honduras fue hecha por la CEPAL a solicitud del presidente Juan Orlando Hernández.
El equipo de la CEPAL contó con el apoyo del Gobierno de Honduras liderado por la Secretaría de Finanzas y Secretaría de Coordinación General de Gobierno, así como el Sistema de Naciones Unidas en Honduras, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y otras contrapartes de la cooperación.
“Los impactos de las dos tormentas en Honduras han estado devastadores tanto en términos sociales como en términos económicos. A nivel humanitario hay más de 4 millones de personas afectadas con 2.5 millones de personas en necesidad. Hay 92.000 personas en albergues y 62.000 casas afectadas”, citó el informe en su momento.
La evaluación de la CEPAL estimó que los efectos de ambas tormentas se traducen en un impacto de 45 mil 676 millones de lempiras y una reducción de -0.8 por ciento en el crecimiento del PIB del año 2020 que se suma a los efectos causados por la pandemia COVID-19 que está afectando severamente al país.
La mitad de estos efectos fueron daños directos, mientras que el 45 por ciento fueron pérdidas y el 5 por ciento restante costos adicionales que surgieron como consecuencia de las dos tormentas.
El sector privado fue el más impactado con efectos totales de 36 mil 210 millones de lempiras, que corresponde a 69 por ciento de todos los efectos. El sector público sufrió efectos de 9 mil 458 millones de lempiras o el 31 por ciento de los efectos totales, indica la CEPAL.
Entre los más afectados se encontraron el sector de transporte (20 mil 362 millones de lempiras), agua y saneamiento (7 mil 101 millones de lempiras) y vivienda (6 mil 469 millones de lempiras).
Esto ilustró el severo impacto que dichas tormentas tropicales tuvieron en la vida de la populación hondureña, además de las múltiples víctimas y escenas desgarradoras, que, hasta ahora, siguen siendo una pesadilla.