René Raudales, periodista y analista político.
Las cifras de las recientes elecciones han determinado una cuarta fuerza política con un importante caudal que se traduce en diez diputados al congreso nacional y que ningún partido pequeño había alcanzado hasta la fecha.
A pesar de ese importante logro tal parece que el causante de esta conquista vive en un universo paralelo, en una percepción mental totalmente diferente a las evidencias que derivan de la voluntad del electorado y plasmado en este caso en una asombrosa votación en favor de la candidata de LIBRE.
Repetir que le han robado diputados y acusar, incluso a sus socios de dicho pillaje, es demeritar el proceso y usarlo como justificación ante los votantes por no ser el elegido por la mayoría de los electores. Esas percepciones inflamadas por el egocentrismo y el narcisismo lo aleja de las virtudes y la serenidad que debe poseer un estadista y en este caso: un designado presidencial.
Alguien podrá decir que estas declaraciones son solo una estrategia política o una falaz broma sin embargo de ser así significaría que estaría mintiendo a nuestro conglomerado social; por otra parte si de verdad, el ahora designado presidencial, cree que ha sido objeto de hurto esto significaría que está desconociendo la realidad apabullante mostrada por el electorado en favor de las planillas del partido Libre y por lo tanto estaría sufriendo de alucinaciones de grandeza y de insanos delirios que no son apropiados para aquellos que deben tomar decisiones que afectan la vida de todos los ciudadanos.
Lo que debe reconocer el candidato es que ha logrado una cantidad de votantes que le han permitido una cantidad de diputados que ningún partido pequeño lo ha logrado en cuarenta años. Incluso, en conjunto y en algún momento, los partidos minoritarios llegaron a contar con trece diputados. Sin embargo, a partir del año 2013 el candidato Nasralla y en base a su discurso de anticorrupción ha logrado el apoyo de alrededor de cuatrocientos veinte mil votantes.
La actual situación de que Xiomara Castro haya logrado lo que él no pudo alcanzar debe estar molestando su ego pero también debe mostrar un respeto a las evidencias con las cuales el Tribunal Electoral está sustentando los resultados, respeto que debe ser extensivo a todos los votantes que se expresaron en las urnas. Ese acatamiento de la voluntad es la esencia de mantener y fortalecer nuestra democracia y cuyo ejemplo ha quedado grabado en las imágenes del candidato Nasry Asfura quién, en forma serena y respetuoso de la decisión del electorado, aceptó su derrota en una franca y amistosa visita a la presidente electo.
El esfuerzo de Nasralla debe ser en tratar de cumplir con su discurso de anticorrupción a pesar de que hasta ahora ha expresado algunas consideraciones erráticas y otras opiniones de mucho valor que deben materializarse en acciones en el nuevo gobierno. Si alguna cualidad debe reconocerse a Salvador Nasralla es que hasta ahora no es un sujeto dispuesto a ser comprado ni mediatizado.
Esa virtud y su discurso anticorrupción, que le han granjeado una masa importante de votantes, serán un punto de referencia y una voz crítica dentro del nuevo gobierno.
Todos los ciudadanos esperan que ahora que está dentro del poder y se dé cuenta de las realidades que le permitan alejarse de declaraciones erráticas y además ese debido conocimiento aunado a su voluntad inquebrantable de combatir la corrupción conduzca a las medidas necesarias y urgentes que amerita este país para obtener una sana gobernanza.
Ese objetivo no debe tener color político y la aplicación de las medidas deben ser aplicadas a todos por igual e incluyendo a aquellos que pretendan refugiarse en el nuevo poder para huir de la justicia.
Esperamos que una vez alcanzado una parte del poder y en respuesta a sus electores y a su mensaje Nasralla cumpla enfrentando las realidades y los graves problemas del país, no se esperan disculpas ni designar otros culpables; este ya no es un universo paralelo, ya no es una ficción que sirva de disculpa, ahora se deben enfrentar las difíciles situaciones reales, que el país enfrenta y que el nuevo gobierno, sin tiempo que perder, debe tratar de resolver. Por/RR