**** La Constitución de la República protege imperativamente la superioridad de nuestra dignidad como personas y como pueblo. Con su efectiva aplicación encontraremos los caminos verdaderos para el bienestar de todas y todos los hondureños.
[su_pullquote]Por: Roberto Herrera Cáceres[/su_pullquote][su_heading]Tegucigalpa, Honduras[/su_heading]
Sobre lo que necesitamos utilizar o hacer, los hondureños y hondureñas, ante la actual situación nacional e internacional y el resurgimiento progresivo de la inseguridad humana e incertidumbre sobre nuestro presente y porvenir: seguimos disponiendo de la Constitución de la República que es el instrumento más valioso y eficaz para guiarnos democrática y productivamente en este inicio de una nueva era de vida en el orden internacional y en Honduras.
Nuestra Constitución de la República sigue reflejando nuestras aspiraciones, como pueblo, en su aplicación debida de conformidad con el bien de cada hondureña y hondureño, y en la perspectiva de dignificar la vida de todas las personas, en Honduras, como Estado democrático y social de Derecho.
La Constitución de la República es el instrumento supremo que sirve de marco jurídico a nuestra vida social y a la solución, en sociedad democrática pluralista, de nuestras controversias, necesidades e inseguridades. Por eso, vale la pena que todos la leamos detenidamente para empoderarnos más de nuestra autodeterminación como pueblo, soberanía popular y aspiraciones legítimas como población; y para unirnos en el afán de lograr el objetivo de la dignificación humana, el bien común y la justicia social, a que tenemos derecho todos y cada uno y una de los habitantes de Honduras.
La Constitución es el camino cierto para que podamos lograr la aplicación de nuestros talentos humanos, riquezas y recursos naturales, con vistas al cumplimiento de los derechos humanos de todas las personas; y para que, como mínimo, se cumpla realmente con la prohibición internacional, según la cual: en ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia. Lo que evidencia la deuda histórica de nuestro Estado con la mayoría pobre de nuestra población, que sigue careciendo de esos medios. Por lo que apremia encontrar solución a injustas privaciones, a amenazas contrarias a nuestra democracia pluralista y participativa, y a la seguridad humana, así como velar por que toda gestión pública sea conforme a los lineamientos constitucionales, en cuanto a los medios democráticos que utiliza para superar esas situaciones.
En esa dirección, Pueblo y Gobierno, en sus tres poderes e institucionalidad pública, debemos unirnos y demostrar fehacientemente el cumplimiento solidario de nuestros deberes conforme al Estado democrático y social de Derecho que concierne directamente al ejercicio del poder público y al comportamiento de las personas en sociedad.
Por eso, alerto sobre la urgencia de que, como ciudadanía, nos empoderemos de la importancia del cambio pacífico y de la solidaridad activa y constructiva que posibilite el rescate del Estado de derecho, expresado en la Constitución. Lo que conducirá a mejorar real y progresivamente las condiciones de vida y de trabajo, en Honduras y, en consecuencia, a fomentar la esperada cohesión social, estabilidad institucional, y valorizar la nacionalidad e identidad hondureña. Eso es lo que, con mayor razón, se debe cumplir y hacer cumplir, por todos los servidores públicos.
Hagámoslo todos, con la fe cívica y patriótica en la Constitución de la República que es libro de la soberanía y de nuestra dignidad como personas y como pueblo; de nuestros debidos y largamente esperados bienes de bienestar común, democracia real y seguridad humana; y de cumplimiento de obligaciones y aseguramiento de medios a fin de empezar, gobernantes y gobernados, desde el presente, a trabajar conjuntamente para lograr el progresivo bienestar.
Por ello, la población hondureña en ejercicio de ciudadanía activa, debemos exigir la obediencia y aplicación efectiva de la Constitución de la República y su normativa complementaria, por parte de los servidores públicos, recordando, todos los días, que: ¡La Constitución es el libro del poder constitucional de cada persona y de todo del pueblo, en libertad, sobre nuestra vida digna y productiva en sociedad democrática y pacífica, con la participación activa y solidaria de todos en el desarrollo sostenible nacional y el disfrute también por todos, del bienestar que traerá consigo ese desarrollo integral! RHC/hondudiario