*** Una Francia rácana hasta semifinales. Sin la pegada que invitaba a augurar una delantera temible.
[su_heading]Tegucigalpa, Honduras[/su_heading]
Un partido para el recuerdo de Lamine Yamal con 16 años y 362 días impulsó el carácter ganador de una generación española hambrienta de gloria, remontando con un gol de récord extendido por Dani Olmo en cuatro minutos de furia el tanto de Kolo Muani, el día de la resurrección esperada de Kylian Mbappé con una Francia desenmascarada que recuperó tarde la valentía.
Nada arrebatará a España la convicción de haber encontrado un camino. El retoque adecuado a un estilo que debía evolucionar tras tocar fondo en el último Mundial. La ilusión representada en jóvenes valores que compiten con grandeza e iluminan de optimismo grandes retos. Una Eurocopa repleta de buenas sensaciones con dos retos mayúsculos en el camino a la final. Del reto del anfitrión a la resurrección de Mbappé sin mascara.
Una Francia rácana hasta semifinales. Sin la pegada que invitaba a augurar una delantera temible. La realidad fueron tres goles en el camino. Dos en propia puerta, uno de penalti. Instalada en la añoranza continua a la imagen real de Mbappé. Descuidando la responsabilidad goleadora de otros referentes que no respondieron como de ellos se esperaban. Una Eurocopa más que discreta de Griezmann, seco Marcus Thuram, fueron ambos al banquillo. Ausente de pegada Dembélé.
A la personalidad, al descaro, a la ausencia de miedos de España le faltó el gol porque Fabián perdonó. La exhibición de Yamal nacía con una nueva asistencia que va camino de registrar. Ese toque con rosca al segundo palo, ante el que irrumpió con fuerza, pero sin precisión de segunda línea Fabián. Con todo para cabecear y perdonar.
El primer gol en jugada de Francia llegaba en semifinales. Tras dos en propia puerta y uno de penalti. Obligando a España a un nuevo gran desafío. Aún con la resaca emocional de superar a Alemania en el último minuto de la prórroga en una hazaña. Con la duda del físico por despejar. Contra una selección que apenas había concedido un tanto. Y de penalti. Por si faltaba poco Navas era amonestado por frenar una transición. El panorama español se complicaba.
Por segunda vez en la Eurocopa España se veía en la obligación de remontar. El nivel del rival engrandeció la gesta. De Georgia a Francia. De Rodri a Yamal. Deschamps encontraba el plan perfecto para la especulación que marcó su torneo. Esperar y golpear con la velocidad letal de su ataque. Amparado por una firmeza defensiva que derrumbó con un gol para la historia Yamal.
Levantó Yamal a España de la lona y desató unos minutos de locura que premiaron a la selección que mejor fútbol desplegó en la Eurocopa. En cuatro minutos la resistencia francesa era historia. Un control mágico de Dani Olmo a un rechace lo convirtió en regate antes de un disparo de diestra cruzado que Koundé no pudo evitar introducir en su portería. Convertido en máximo referente goleador de una selección que reparte el mérito entre nueve futbolistas.
Francia, en el alambre, necesitaba quitarse las ataduras, cambiar su identidad. Con más variantes en el banquillo de Deschamps que De la Fuente para dar un giro al duelo. Con España aceptando el escenario confiado en la velocidad al contragolpe de sus alas, con Nico disfrutando en segundos tras la reanudación de una acción con tintes decisivos.
Mientras, Yamal seguía haciendo su partido. El mejor como internacional en un día para la historia. Acabando la única jugada de una España que se olvidó de atacar, buscando de nuevo la escuadra con el mismo zurdazo. Listo, con lectura impropia de veterano, para ganarse una amarilla cortando un contragolpe. Una nueva proeza estaba sellada en el camino más complejo a la gran final de Berlín, la quinta de su historia, en la que ya espera a Inglaterra o Países Bajos. EFE