Mujer, cambio climático y migración
La migración por motivos ambientales, como todo tipo de movilidad humana, es un proceso estrechamente vinculado al género. Las personas migrantes tienen diferentes necesidades, prioridades y están expuestas a distintos niveles y tipos de riesgo en su camino dependiendo de su género.
Y es que en momentos de crisis, especialmente las vinculadas con amenazas repentinas como huracanes o tormentas, las mujeres pueden ser víctimas de violencia basada en género y trata de personas. Además, son uno de los grupos que mayores problemas enfrentan al intentar reconstruir sus vidas o encontrar soluciones a largo plazo al deplazamiento. Lo anterior se relaciona con factores sociales como el papel que cumplen las mujeres en el cuidado y la seguridad de sus hogares o el acceso limitado a servicios sociales.
Tras un huracán, por ejemplo, vulnerabilidades como la pobreza o la inseguridad suelen agravarse, situación que es aprovechada por bandas criminales para engañar a mujeres y niñas con falsas ofertas laborales. Ellas, en su afán de recuperar los medios de vida y subsistencia perdidos, fácilmente terminan como víctimas de redes de trata de personas.
Pero además, al verse en la necesidad de desplazarse a albergues y refugios, tienen también mayor riesgo de ser acosadas o abusadas sexualmente, algo particularmente preocupante en países de Centro, Norteamérica y el Caribe donde la violencia basada en género es considerada una problemática de salud pública.
Pero las mujeres no son solamente vulnerables en estas situaciones sino también un valioso elemento para la recuperación de las comunidades. Múltiples experiencias evidencian los aportes específicos las mujeres y niñas migrantes hacen a procesos como la adaptación al cambio climático y la gestión del riesgo de desastres. En este sentido, es fundamental reconocer la contribución de las mujeres, incluidas las migrantes, en la adaptación, mitigación y respuesta al cambio climático, así como a los procesos de movilidad derivados de este fenómeno.
Para proteger a mujeres y niñas y aprovechar su potencial se hace necesario contar con estrategias de atención y prevención que integren una perspectiva de género, que tomen en cuenta las desigualdades y capacidades de las personas para adaptarse a los procesos de movilidad humana y los impactos de distintos factores ambientales.
El primer Foro de Examen de la Migración Internacional (FEMI), un espacio para revisar el progreso, los retos y las oportunidades en la implementación del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular (PMM), se convierte en un espacio sumamente valioso para pensar los procesos de movilidad derivados de eventos ambientales y el cambio climático desde una perspectiva de género. Es un deber de gobiernos y sociedad en general sacar el máximo provecho de esta oportunidad.