miércoles, febrero 5, 2025
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«Honorable Señor Diputado»

Tegucigalpa, Honduras

Honorable Señor Diputado

Por René Raudales

Jamás en la historia de la lengua española algunos vocablos usados para enaltecer o ensalzar virtudes han sido tan vilipendiados o distorsionados en su concepto y ahora simplemente usados para elogiar a aquellos carentes de méritos personales o peor aún culpables de actos ilícitos.

Es lo que ha pasado al anteponer ese título a algunos funcionarios y específicamente a varios de los actuales diputados. Actualmente la honorabilidad que debería ser un requisito esencial para llegar a ser diputado ya no es importante, lo esencial es poseer una capacidad de servilismo y que esté dispuesto a aprobar todo lo que se les ordene aunque eso llegue al ilícito y la venta de principios.

Otro requisito es la facilidad que se posea para expresar oprobios o insultos y entre más extenso sea el léxico, que se utilice para lanzar injurias y ultrajes, más méritos se acumulan para mal representar al pueblo aunque en esas ofensas no se tenga prueba válida alguna.

Los dirigentes que incluyen los nombres de muchos de los candidatos en sus planillas ya no se preocupan por las cualidades personales, eso no es lo importante, lo valioso y conveniente es que los futuros representantes solo sean títeres, marionetas o secuaces que fortalezcan sus oscuros objetivos y exaltar su vanidad.

El tener pensamiento independiente y gozar de conocimiento y raciocinio es una virtud que solo sirve como imagen y uso de sus servicios temporales en campaña y coyunturalmente en ciertas funciones temporales para luego ser excluidos pues son una amenaza para los círculos de incapaces, aventureros y atracadores de los fondos públicos.

Los únicos servidores públicos que poseen todas las condiciones de sapiencia, lógica y razonamiento son los familiares; no en vano ya se han asignado virtudes de lideres, y de sufridos defensores del pueblo, a familiares con lo que tratan de engañar al pueblo y seguir como familia mangoneando los bienes del pueblo.

El calificativo honorable, que debería ser una condición imprescindible para ser diputado o funcionario estatal, significa o es atribuido a una persona honrada y honesta que merece el respeto y estima de los demás, es una cualidad moral respaldada por la reputación y sus correctas acciones.

Por otra parte ha sido una costumbre y un imperativo que la palabra “señor” significa un tratamiento de respeto para con una persona adulta, no se concibe llamarle señor a alguien que no lo merezca o sus antecedentes contengan hechos delictivos o acciones reñidas con la moral y las buenas costumbres.

Por lo tanto el llamar a ciertos diputados o funcionarios como “honorable” o “señor” es una afrenta al idioma y un insulto al equipararlos con aquellos que realmente lo merecen; quizás debíamos cambiar el significado para que la expresión dirigida a ciertos personajes “honorable señor” sea la de “miembro delincuente xxyyzz”.

Desde luego han existido excepciones, representantes que merecen el título de honorables, aunque en la mente de todas las personas no hay distinciones, todos representan los peores defectos, todos son bandidos y causa de todos los males. Solo ese hecho también significa que algunos destacados ciudadanos honrados se alejen de optar por esos cargos.

Esos mismos electores, que expresan despreciativos calificativos hacia los mismos diputados, son aquellos que ven virtudes en los candidatos cuando reciben dádivas y otorgan ayudas de toda clase especialmente aquellas destinadas a resolver sus problemas personales económicos. Ellos son objeto de reconocimiento y de compromiso de dirigentes y electores aunque muchas de esas cuantiosas ayudas provienen de los fondos de los propios contribuyentes.

Esto ha contribuido a la desnaturalización del concepto de ser diputado y el objetivo de sus atribuciones y funciones que son esencialmente las de legislar, las de creación o modificación de las leyes; de allí el nombre de legislador y del poder legislativo.

También se ha corrompido el concepto al publicitar e insertar en la mente de la gente en que su función es el de legislar favor de las personas lo cual no se apega a la realidad pues legislar es la emisión de normas para regular las relaciones sociales y asegurar la convivencia social; dentro de ese concepto hay leyes relativas a impuestos, penalidades y en general establecen o restringen derechos. No se trata de distribuir los recursos del estado como si fuera una piñata.

Esa estructura se traduce en la presencia de funcionarios y de diputados sin méritos, simples balandrones o bocazas que toman la palabra para emitir destinos o para denigrar a cualquiera que se oponga o que use el racionamiento como elemento dialéctico.

Muchas de esas actuaciones no representen los ideales de la mayoría de los hondureños, algunos cuyos antecedentes los descalifica totalmente para esos cargos o cuya posición fue obtenida en forma ilegal y finalmente terminan sin representar a ningún partido, corriente política y menos a los electores.

A todo lo dicho le adicionamos que el tener 128 diputados y sus respectivos suplentes le cuesta al estado, según el presupuesto del 2023, un total de 1,448 millones anuales, un costo enorme para mantener personas sin méritos.

Solo esperamos que la democracia persista y que nuevas elecciones nos proporcione nuevos representantes que nos alejen de la torpeza, incompetencia y de la contagiosa estulticia que parece crecer entre algunos de los actuales funcionarios estatales.

Antonio Fernández, profesor de la Universidad de Castilla, España, afirma que “Si la Humanidad se halla en un estado deplorable, repleto de penurias, miseria y desdichas es por causa de la estupidez generalizada, que conspira contra el bienestar y la felicidad”.

Al parecer gran parte de eso se ha convirtiendo en realidad y lo peor aún es que se ha convertido en un virus que se propaga cada día más a través de las redes sociales que divulgan falsedades y por los mensajes de manipulación de políticos disfrazados de abanderados de la justicia. Lo peor es que muchos les otorgan credibilidad y les entregan el destino que se puede convertir en el camino al abismo y a la miseria.

René Raudales

Junio 2023

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