*** Doña Desideria contó que mediante su trabajo en la artesanía logró educar a sus 10 hijos en profesiones como la docencia.
[su_heading]Tegucigalpa, Honduras [/su_heading]
Doña Desideria Pérez es una ejemplar mujer lenca que habita en el municipio de La Campa, Lempira, y durante 58 años sus manos han moldeado el barro para lograr convertirlo en hermosas piezas de arte.
“Yo tengo 58 años de estar trabajando con el barro, aprendí de mi mamá, ella trabajaba mucho y me gustó jugar el barro y aprendí hacer productos más grandecitos porque empecé con cosas chiquitas”, comenzó narrando la nativa de La Campa de 69 años.
Con un taller lleno de piezas de diferentes tamaños y modelos, el sol colándose por las ventanas y la ventilación del techado de tejas, doña Desideria compartió su inspiradora historia y determinación para seguir el legado de su madre.
“Allí voy a generar pisto para comprar mi vestido y lo que yo quería”, dijo al explicar el motivo de incursionar en la artesanía. Luego decidió dar el paso hacia el matrimonio donde procreó 10 hijos, entre los cuales se distingue el alcalde de La Campa, Roberto de Jesús Santos Pérez.
Detalló que el proceso para elaborar las diferentes piezas es de aproximadamente tres días cuando son de tamaño grande para luego pulir y hacer el acabado final después de un mes. Mientras que los productos pequeños el procedimiento es más rápido, en unos 22 días se tiene terminado incluyendo el quemado de la pieza.
Esta última fase que consiste en pasar por fuego los utensilios es de los más difíciles y demandantes, según explicó, por lo que en ese proceso de “quemado” es ayudada por su esposo.
Doña Desideria contó que mediante su trabajo en la artesanía logró educar a sus 10 hijos en profesiones como la docencia, quienes se sienten orgullosos de la valentía y determinación de su madre.
El negocio impulsado por la nativa de La Campa es de los más conocidos en la zona por su longevidad y excelencia de cada producto. Ella manifestó que conforme su emprendimiento crecía, decidió optar por un préstamo para obtener su propio taller donde goza de la libertad y el espacio suficiente para trabajar y recibir a los turistas.
Las piezas oscilan entre 5 mil y 200 lempiras dependiendo del tamaño del producto, aunque ahora, según indicó, el costo aumentó debido a que su fuerza disminuye por su avanzada edad.
Anterior a la pandemia por Covid-19, el producto era distribuido en Tegucigalpa, San Pedro, La Ceiba y Santa Rosa, sin embargo, tras la crisis por el virus, las ventas se redujeron. Paola Castro/Hondudiario