*** ¿Cuánta democracia es necesaria si supiéramos que estamos perdiendo la libertad?. se preguntó la consejera presidenta del CNE, y ella misma se respondió que la respuesta es clara, que se requiere toda la democracia, toda la institucionalidad, toda la firmeza que el momento exija, porque la democracia no se negocia, la democracia se defiende y que no hay ceremonia ni símbolo de mayor grandeza que la lealtad a un pueblo que confía en sus Fuerzas Armadas para resguardar su voluntad soberana.
Cumpliendo una disposición constitucional, en un acto especial, el sábado anterior, el pleno de las Fuerzas Armadas pasaron a disposición del Consejo Nacional Electoral (CNE), con la obligación y responsabilidad de apoyar y proteger el proceso electoral interno de los partidos políticos del próximo 09 de marzo, donde la consejera presidenta Cossette López, advirtió “que nadie se equivoque porque en Honduras la democracia no es un concepto abstracto, es el pacto sagrado de una nación con su futuro y que toda expectativa, la confianza y la responsabilidad de resguardar el proceso recae en la institución armada.
La consejera presidenta en su discurso, reveló que le pidieron que no se presentará a dicha ceremonia, pero asistió porque su “compromiso no responde a intereses particulares ni a coyunturas pasajeras, sino al pueblo hondureño, un pueblo que merece una realidad distinta, donde las instituciones y los actores políticos no se deben a otra causa más que a su deber mismo”.
Asimismo, al referirse a los altos oficiales de las Fuerzas Armadas, indicó que “de todas las estrellas que adornan los uniformes, ninguna brilla más que la que ilumina el cielo de una nación que elige su destino con valentía. No hay ceremonia ni símbolo de mayor grandeza que la lealtad a un pueblo que confía en sus Fuerzas Armadas para resguardar su voluntad soberana”.
La consejera presidenta señaló qué en las próximas elecciones, “el pueblo hondureño marchará a las urnas con la cabeza en alto, con la certeza de que su dignidad es su mejor escolta y que quienes visten el uniforme lo honran, protegiendo la democracia con honor y compromiso. El pueblo hondureño es el ejército invisible que espera y se esperanza en ustedes”.
Agregó que “la libertad, en su esencia más profunda, es el valor que define no solo a los individuos, sino también a las naciones. En el espíritu humano implica autenticidad, implica ser fiel a uno mismo, sin máscaras ni condicionamientos que distorsionen la verdad interior”.
Enfatizó que “La democracia, sin embargo, no es un legado que se recibe pasivamente, ni un derecho que se da por sentado. Es una conquista diaria que exige compromiso, convicción y coraje. Se fortalece con hechos, se sostiene con firmeza y se honra con valentía”.
Pidió y llamó a todos los actores políticos que en este momento se requiere actuar con la responsabilidad histórica que se exige. “Sean guardianes de la paz, no protagonistas de la confrontación. Sean defensores de la voluntad soberana del pueblo hondureño, no instrumentos de incertidumbre”.
Considerando la importancia del mensaje de la Consejera Presidenta del CNE, Cossette López, se detalla aquí su discurso de manera íntegra.
Abogada Cossette López. Inicio. “Les saludo en esta hermosa mañana, con este verde resplandeciente y esta brisa. Hago propios los vocativos del general Roosevelt Hernández Aguilar y me dirijo a ustedes en esta ceremonia donde la pulcritud de los uniformes refleja la disciplina y el rigor militar, y donde las insignias bordadas con hilos de honor y de historia reposan sobre el pecho de los guardianes de la patria. Hay una condecoración que no brilla en la tela, pero debe resplandecer en el alma de cada la insignia de la libertad.
La libertad en su sentido más profundo y genuino, como la capacidad de cada ser humano para autodeterminarse, para actuar según su conciencia y su voluntad, sin imposiciones que anulen su esencia, no definida solo por la ausencia de restricciones, sino por la garantía de elegir, de forjar nuestro propio destino y asumir con firmeza la responsabilidad de cada decisión.
De todas las estrellas que adornan los uniformes, ninguna brilla más que la que ilumina el cielo de una nación que elige su destino con valentía. No hay ceremonia ni símbolo de mayor grandeza que la lealtad a un pueblo que confía en sus Fuerzas Armadas para resguardar su voluntad soberana.
El pueblo hondureño marchará las urnas con la cabeza en alto, con la certeza de que su dignidad es su mejor escolta y que quienes visten el uniforme lo honran, protegiendo la democracia con honor y compromiso. El pueblo hondureño es el ejército invisible que espera y se esperanza en ustedes.
La libertad, en su esencia más profunda, es el valor que define no solo a los individuos, sino también a las naciones. En el espíritu humano implica autenticidad, implica ser fiel a uno mismo, sin máscaras ni condicionamientos que distorsionen la verdad interior.
Pero más que un derecho, la libertad es un acto de valentía, porque exige enfrentar el miedo, exige enfrentar la comodidad y exige enfrentar la presión social, con la convicción de que la verdad y el deber están por encima de cualquier cálculo o de cualquier conveniencia.
Por eso estoy aquí. Múltiples voces bien intencionadas me sugirieron no asistir a este evento de traspaso de mando y entiendo sus razones, pero ausentarme habría sido traicionar esa verdad, esa verdad interior, porque mi compromiso no responde a intereses particulares ni a coyunturas pasajeras, sino al pueblo hondureño, un pueblo que merece una realidad distinta, donde las instituciones y los actores políticos no se deben a otra causa más que a su deber mismo.
Para que la democracia no sea un ideal distante, sino un bien tangible sobre la mesa de cada familia hondureña. Porque la democracia no es sólo el acto de votar cada cuatro años, ni un concepto escrito en discursos o leyes. Es el pan que debe compartirse sin miedo, la seguridad de caminar sin sombras de incertidumbre, la certeza de que la justicia no es un privilegio de unos pocos, sino un derecho para todos.
Es la certeza de que aun en la diversidad de pensamientos podemos encontrarnos sin caer en la división que tanto nos ha lastimado. Es reconocer que somos una misma familia, donde la pluralidad de ideas y creencias no nos separa, sino que nos enriquece.
Nuestro verdadero desafío no es pensar igual, sino construir juntos, con unidad y con respeto, un destino común que honre la grandeza de nuestra nación. Debemos brindar a nuestra gente la experiencia de vivir la democracia en cada decisión que fortalece la confianza en las instituciones, en cada acto de respeto a la voluntad popular, en cada compromiso cumplido con la patria.
La democracia, sin embargo, no es un legado que se recibe pasivamente, ni un derecho que se da por sentado. Es una conquista diaria que exige compromiso, convicción y coraje. Se fortalece con hechos, se sostiene con firmeza y se honra con valentía.
Es un alto honor estar presente esta mañana en esta ceremonia de traspaso de mando, un acto que reafirma nuestro compromiso con la Constitución y con el imperio de la ley. Asumimos con responsabilidad la coordinación de esta labor fundamental, el resguardo del material electoral, la seguridad de los centros de votación, la garantía de un ambiente cívico y pacífico, así como la defensa del orden democrático.
Hoy, más que un deber, cumplimos un mandato de proteger la voluntad del pueblo hondureño y asegurar que cada ciudadano ejerza su derecho al voto con confianza y con libertad. Hombres y mujeres que integran las Fuerzas Armadas de Honduras, las gloriosas Fuerzas Armadas de Honduras, hoy la historia los convoca a una misión que trasciende el tiempo.
El país los observa con expectativa y con confianza, porque en sus manos recae la responsabilidad de resguardar la voluntad soberana del pueblo. El libro de nuestra democracia aún tiene páginas por escribirse y estoy convencida de que las suyas serán de las más luminosas, aquellas que relatarán con orgullo cómo ustedes defendieron la paz, cómo ustedes defendieron la legalidad, como ustedes defendieron el derecho inquebrantable de cada hondureño a decidir su futuro en libertad.
A todos los actores políticos les hago un llamado a la responsabilidad histórica que este momento exige. Sean guardianes de la paz, no protagonistas de la confrontación. Sean defensores de la voluntad soberana del pueblo hondureño, no instrumentos de incertidumbre.
La esencia de la democracia se nutre del respeto a los principios, de la certeza de cada voto y que los mismos cuentan, así como de la convicción de que el destino de la nación se define en las urnas y no en la discordia.
Que su liderazgo sea un reflejo de compromiso, civismo y de respeto por la voluntad de cada hondureña y cada hondureño que el domingo 09 de marzo acudirá a las urnas para ejercer su derecho al voto. Ese día elegirán a quienes toman decisiones que impactarán su futuro, que con cada palabra y acción llevan consigo compromiso que es inquebrantable con la ciudadanía.
Pregunto yo esta mañana ¿cuánta democracia es necesaria si supiéramos que estamos perdiendo la libertad? La respuesta es clara, toda la democracia, toda la institucionalidad, toda la firmeza que el momento exija, porque la democracia no se negocia, la democracia se defiende, señoras y señores.
La libertad no se concede, la libertad se ejerce y hoy desde esta tribuna, con libertad, desde la libertad y para seguir defendiendo la libertad, reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con un proceso electoral transparente, con elecciones limpias y con un país donde el voto sea la voz suprema del pueblo.
Que nadie se equivoque, en Honduras la democracia no es un concepto abstracto, es el pacto sagrado de una nación con su futuro. Sigamos construyéndola con convicción, con responsabilidad y con la certeza de que cada elección fortalece nuestra historia y nuestro destino.
¡Que viva Honduras! ¡Que viva la democracia y que viva la libertad!