*** Un Partido Liberal al que rescató de la desolación total cuando se convirtió en su líder en 2013 tras el desastre de Michael Ignatieff.
Justin Trudeau llegó a este mundo destinado a convertirse un día en el primer ministro de Canadá, ya que literalmente nació en la casa del jefe de Gobierno canadiense cuando su padre, Pierre Elliott Trudeau, era el líder del país. Ahora abandona la residencia oficial con la cabeza alta y una sonrisa tras más de nueve años como uno de los líderes progresistas más reconocidos.
En política, como en la bolsa, el éxito o el fracaso es una cuestión de “timing”, del momento. Hace tres meses, Trudeau habría tenido que salir de Ottawa con la cabeza baja, acosado por las encuestas y empujado por su propia formación política.
Bajo la dirección del prestigioso intelectual, los liberales se convirtieron en las elecciones de 2011 en el tercer partido del país, con sólo 34 escaños de un total de 308. El panorama era tan tétrico que muchos anticiparon la desaparición del histórico Partido Liberal.
Hasta que llegó Trudeau, Justin, en 2013, entonces solo un maestro de escuela, y se convirtió en su líder. En las elecciones de 2015, los liberales arrasaron con 184 diputados, una señal más de que el hijo mayor de Pierre nunca podría escapar su destino.
En abril de 1972, cuando Justin Trudeau solo tenía cuatro meses de edad, el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon (1969-1974) realizó una visita de Estado a Ottawa.
En una gala en el Centro Nacional de Artes de Ottawa y ante Pierre Elliott Trudeau, entonces primer ministro de Canadá, y su esposa, Margaret, Nixon, se levantó para ofrecer un brindis a sus anfitriones.
“Esta noche, prescindiremos de las formalidades. Me gustaría brindar por el futuro primer ministro de Canadá, Justin Pierre Trudeau”, declaró Nixon.
A lo que Pierre Elliott Trudeau replicó: “Espero que tenga la gracia y habilidad del presidente”.
La profecía de Nixon se cumplió. En octubre de 2015, con 43 años, derrotó en las elecciones generales al entonces primer ministro, el líder conservador Stephen Harper, con un mensaje jovial, optimista y positivo que le otorgó la mayoría de la Cámara Baja del Parlamento.
Trudeau ganaría otras dos elecciones, en 2019 y 2021, pero nunca con el lustre de la primera. Desde 2019, el Partido Liberal gobierna en minoría y solamente gracias a las particularidades del sistema electoral canadiense conocido como escrutinio mayoritario uninominal.
Tras las elecciones de 2021, Trudeau se encontró aislado de las realidades del país, según un gran número de comentaristas políticos, incapaz de conectar con el electorado que sufre las consecuencias de una fuerte subida del costo de la vida, la carencia de viviendas asequibles y el empeoramiento de los servicios sociales.
Muchos, incluidos entre los liberales, consideran que gran parte de los males que les afligen son consecuencia de las políticas migratorias de Trudeau que han permitido la llegada de millones de personas sin preparar de forma adecuada al país para ese flujo migratorio.
Las tensiones internas estallaron el pasado 16 de diciembre, cuando su viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, anunció de forma inesperada su dimisión, lo que aceleró el fin de la era Trudeau.
Si Trudeau hubiese abandonado el poder en diciembre de 2024, cuando se lo pedían más de dos decenas de diputados liberales, el veredicto de su último mandato hubiese sido mayoritariamente negativo.
Menos de tres meses después, se marcha literalmente con una sonrisa, aplaudido por sus compañeros de partido y admirado por muchos canadienses gracias a la defensa que ha realizado en las últimas semanas ante los constantes ataques de Donald Trump.
Se marcha la mejor versión de Trudeau, la que en 2015 anunció con optimismo contagioso que los tristes y grises días de Harper habían terminado, que Canadá estaba de vuelta en un mundo que necesitaba un país como el suyo.
En un corto vídeo colgado el jueves, Trudeau se despidió de sus compatriotas con tranquilidad y optimismo: “Estoy orgulloso de haber servido a un país lleno de gente que defiende lo que es correcto, están a la altura en todo momento y siempre se apoyan mutuamente cuando más importa”. EFE