Laberinto de país
Por: Marino Ortariz
.- Para dónde vamos o para donde nos llevan; es la pregunta frecuente que se hacen miles de hondureños en escenarios públicos, al referirse a la actual administración del gobierno del partido LIBRE, considerando que no hay respuestas precisas para donde vamos, decimos que estamos en un laberinto perceptivo de un ambiente artificioso por el lenguaje político-social que día a día nos mantiene confundidos, podemos decir que nos tienen en una encrucijada que no se puede acertar con una salida beneficiosa para las grandes mayorías, sin distingos políticos.
Actualmente la percepción socio-política en Honduras está marcada por varios factores, incluyendo la corrupción, la desigualdad económica y la violencia que nos mantiene en zozobra día a día:
La corrupción que ha sido un problema persistente en la política hondureña, afectando la confianza de la población en las instituciones públicas y en especial las responsables de frenarla, considerando que los escándalos de corrupción han involucrado a altos funcionarios y han llevado a protestas y demandas de transparencia.
La violencia y crimen organizado que enfrenta el país, tiene altos niveles y en gran parte atribuida a las pandillas y al narcotráfico, lo que ha generado un clima de inseguridad que impacta la vida cotidiana y la percepción de la ineficacia del gobierno para frenarla.
Por muchos años, se vive de una desigualdad económica, una brecha entre ricos y pobres muy significativa, por la falta de la inversión pública, la generación de empleo, el apoyo al agro y la falta de políticas públicas que garanticen la seguridad jurídica a los inversionistas, a pesar de algunos avances económicos, muchos hondureños viven en condiciones de pobreza, lo que alimenta el descontento social y la migración hacia otros países.
En los últimos años, algunas organizaciones sociales son las únicas que han tenido una creciente participación mediática abogando por derechos humanos, justicia social y reformas políticas, logrando una visibilidad para incidir en el debate público.
Todo lo anterior influye en el tema de la migración no sólo hacia Estados Unidos, también para otros países, que con sus remesas se han convertido en el soporte para el sustento o para palear la crisis socioeconómica, facilitando al gobierno en atender los problemas locales y marcando una polarización en la percepción de la política migratoria y la realidad del país, porque estos hondureños son los que mantienen la economía.
A todo lo anterior, se suma la desconfianza en el sistema electoral, que pone en riesgo la democracia, las amenazas de un supuesto golpe de Estado, empujando a diario que las elecciones están ligadas a fraude y la manipulación, deslegitimando desde el mismo gobierno los procesos electorales que aún no se realizan.
En resumen, la percepción socio-política en Honduras es compleja y está influenciada por la historia reciente del país, los desafíos económicos y sociales, así como la lucha por una mayor transparencia y justicia, pero de todo eso, no se encuentra una postura oficiosa de parte del Gobierno para frenarla o mejorarla.
Por lo tanto, es fundamental que la ciudadanía hondureña y la comunidad internacional comprendan estos problemas para poder buscar soluciones efectivas, pero si el gobierno quiere colaboración.
Porque para frenar corrupción, es necesario que el gobierno instale la CICIH, desde esa plataforma internacional exigir transparencia y rendición de cuentas.
Para atender la demanda de seguridad y detener la violencia y criminalidad, es importante promover políticas de seguridad que prioricen los derechos humanos y no se están cumpliendo.
Sobre cómo parar la migración, el gobierno debe abordar las causas raíz de la migración, como la pobreza y la falta de empleo, pero más parece que le interesa que se vayan al exterior arriesgando sus vidas y que logren su objetivo y que después envíen las remesas y sostener la economía del país.
La desigualdad económica, que el actual gobierno reconoce y critica, no se combate señalando y criticando a quienes generan empleo, el Gobierno debe ser facilitador en la implementación de las políticas que fomenten el desarrollo económico inclusivo y sostenible.
Pero no se sabe para donde vamos, si se sabe que a través de la participación activa de la ciudadanía, con diálogos francos en la política es la base para construir un futuro más democrático y justo en el país.
En resumen de este laberinto perceptivo, el Gobierno debe enrumbar sus esfuerzos para atender de manera objetiva la difícil situación socio-política en Honduras, no por la imagen propia de su partido, sino por el beneficio de los hondureños que le dieron su confianza para lograr el desarrollo, también debe aceptar sólo unidos con la empresa privada que es la principal generadora de empleo, podría enfrentar todos estos desafíos y construir un país más justo y equitativo. Para donde vamos entonces si conociendo estos problemas no se atienden de la mejor manera?. MO