*** Los azulgranas golearon por 1-5 al Villareal; los blancos le recetaron 4-1 al Espanyol. Culés y merengues lideran La Liga.
El Barça de Hansi Flick mostró de nuevo su mejor cara y tumbó por 1-5 a un Villarreal que vivió al límite del fuera de juego y que sufrió los goles por partida doble de Robert Lewandowski y Raphinha, y un tanto de Pablo Torre.
Sin embargo, la peor noticia para el Barça fue la lesión de Marc-André Ter Stegen, sustituido en camilla al filo del descanso, en un partido en el que el conjunto culé sometió con el balón al Villarreal en la primera mitad y aprovechó el desgaste físico y mental en la segunda parte del conjunto castellonense, al que le anularon tres goles en fuera de juego, para rematar el encuentro que le deja con cuatro puntos de ventaja sobre el Madrid.
Inmaculado en Liga, el Barça quería resarcirse del tropiezo ante el Mónaco y desde el principio dominó la pelota, aunque el Villarreal, lejos de asumir un papel de invitado, buscó aprovecharse desde el primer momento de la línea defensiva tan alta del Barça y lanzó contras, pero los de Marcelino se toparon desde el primer momento con el fuera de juego.
Apenas habían pasado diez minutos cuando Yeremy Pino recibió un balón filtrado a la espalda de los centrales, pinchó la pelota y, sin dejarlo caer, lanzó una vaselina que se coló en la portería del meta alemán, pero la jugada no valió.
A partir de ahí, el Barcelona empezó a imponer su fútbol con Pedri, Raphinha y Lamine Yamal. Aunque los locales seguían lanzados al contraataque, el Barça empezaba a hacer sufrir al Villarreal y en el minuto 19, Pedri supo limpiar una embarullada jugada para que el balón llegara a Pablo Torre, que con un pase filtrado dejó sólo a Lewandowski, que fusiló a Diego Conde.
El Villarreal no se amilanó, pero la superioridad del Barcelona en esos minutos la volvió a corroborar el delantero polaco rematando de semi chilena un balón que había dejado muerto Diego Conde al desviar un disparo de Raphinha a la salida de un córner. Era el 0-2.
No obstante, el equipo de Marcelino tuvo al fin su recompensa en un nuevo contraataque que fabricó Álex Baena con un pase a la espalda de los centrales que recogió Pépé, que en un dos contra uno frente a Ter Stegen, cedió el balón a Ayoze, que anotó el tanto del Villarreal.
Incisivo en las contras, Nicolás Pépé tuvo el empate en un mano a mano en el 45, aunque Ter Stegen tuvo la fortuna de elegir el lado correcto y desviar a córner el fuerte chut. Fue la fortuna que no tuvo un minuto después, cuando al recoger el balón fruto de un córner tuvo un mal gesto en el aterrizaje, lo que le obligó a ser sustituido en camilla con gestos de dolor en la rodilla derecha.
El Barcelona salió a la segunda mitad todavía grogui por esa acción y el Villarreal sabía que era su momento para empatar de nuevo el partido. Estuvo a escasos milímetros de hacerlo, pero un nuevo fuera de juego de Nicolas Pépé impidió sumar el segundo.
Pero cuando mejor estaba el Villarreal, un despiste defensivo dejó solo a Pablo Torre, que desde la frontal batió a Diego Conde y puso el tres a uno, que ‘mató’ a un Villarreal que empezó a acusar el desgaste y que sólo podía achicar balones.
De hecho, Lamine Yamal estuvo a punto de anotar el cuarto apenas un par de minutos después del de Torre, aunque Éric Bailly, para evitar su disparo, le hizo un penalti que fallaría instantes después Lewandowski.
Todavía tuvo un último arreón el Villarreal, que anotó un nuevo tanto que no tendría peso en el partido por un nuevo ‘offside’, esta vez de Thierno Barry, pese a haber cabeceado a la red un preciso centro de Sergi Cardona.
Ya sin fuerzas, el Villarreal bajó los brazos y Raphinha no tuvo piedad. En cinco minutos frenéticos, el brasileño anotó el cuarto con un disparo desde el punto de penalti que desvió Bailly y marcó el quinto cinco minutos después al aprovechar un pase exquisito de Lamine Yamal con el exterior de su bota izquierda que le dejó sólo.
Real Madrid hizo lo propio (4-1) con el Espanyol:
Un poco de Vinícius, por muy alejado que esté aún del futbolista desequilibrante que es, vale oro. Saliendo desde el banquillo en un día de rotaciones en el Real Madrid, fue decisivo para dar la vuelta a un partido que se le torció en el Santiago Bernabéu cuando el salvador Courtois cometió un error en favor del Espanyol. Desató una goleada con síntomas de mejoría futbolística.
Mejoró sus dubitativos arranques de partidos el Real Madrid, carente de pegada en el primer acto para trasladar su mejoría al marcador de nuevo en el segundo. Con un fútbol más continuo que va ganando ritmo según avanzan los partidos. Ayudó la aparición de Modric como referente con balón, la movilidad y el ofrecimiento de Bellingham y la inspiración de Arda Güler cada vez que recibió el balón. Pero Ancelotti tuvo que recurrir a ‘Vini’ para enderezar el camino.
Era un día sin Vinícius. Una situación inhabitual en el Real Madrid y en el Santiago Bernabéu. Lejos el brasileño de ser el martillo pilón de los últimos cursos por un momento bajo de forma, pero siempre importante como para que se sienta su ausencia. Letal saliendo desde el banquillo, con el rival más desgastado, para reencontrarse con su imagen que decide duelos.
Apareció por la izquierda Rodrygo pero más presencia tuvo Güler en el costado derecho. Desbordando hacia dentro para asistir o buscar el gol. Resistió el primer acto el Espanyol, rememorando lo logrado en el Metropolitano donde rascó un empate sin goles ante el Atleti. Se sostuvo desde la labor defensiva, sin mostrar amenaza hasta el segundo acto con espacios, más allá de dos intentos de Puado, con la confianza del goleador que llega a la cita tras un triplete como para buscar el gol de su vida en el Bernabéu desde el centro del campo. Por poco sorprendió a Courtois.
Pero la realidad es que no hubo disparos a puerta ni la necesidad de milagros, como ante el Stuttgart, del portero belga que posteriormente pasaría de héroe a la ingratitud del error del que no puede fallar. Jugó su primer partido del curso como central Tchouaméni, y pudo jugar cualquiera consciente Ancelotti de la poca exigencia que tendría. Modric mejoró la conexión con los delanteros, Güler la ‘limpieza’ del último pase.
Tras un gran susto de Bellingham en su hombro dañado, se inició la búsqueda del gol madridista. Y fue, como no, Mbappé el más activo. Se topó con Joan García cuando Güler le buscó y chutó sin dejar botar el balón con poco espacio. La rompió en carrera, centrado, para la parada del portero del Espanyol que tras ser tanteado por el Espanyol se sometió a un examen de la más alta exigencia.
Firme ante los disparos de Bellingham, que retomó el testigo de Mbappé en un Real Madrid que aumentó los disparos lejanos. También con el intento de zurda de Fran García, novedad en el carril izquierdo y que aumentó la presencia ofensiva del lateral en ese costado respecto a Mendy.
Todo seguía el guion de los partidos de este curso en el Bernabéu, acostumbrado el madrisdismo al empate sin goles al descanso y al triunfo en el segundo. Apretando ante el sentimiento de necesidad. Lo esperaba cuando en al reanudación Mbappé se giraba dentro del área y chutaba de nuevo a puerta. Y la sorpresa saltaba cuando tras dos acercamientos, con disparo de Jofre cerca del travesaño y un gran golpeo de Král, llegó el gol inesperado.
Castigo Joan García con un pase en largo la relajación defensiva de Carvajal, que no recuperó su puesto. Corrió Güler para intentar taponar el centro de Jofre desde la línea de fondo con la mala fortuna para Courtois de introducir en su portería un centro para el que no había rematador. Pero duró poco la alegría del Espanyol. Inmediatamente Vinícius saltó a escena y en cuatro minutos ya había empatado el Real Madrid.
Las cosas del fútbol, con una acción similar, castigando el error de Carlos Romero en una mala salida de balón, con el centro de Bellingham y el fallo de Joan para que Carvajal curase penas a puerta vacía. La avalancha madridista ya la había iniciado un disparo lejano de Valverde y aparecían las estampidas en carrera de Mbappé, Rodrygo aumentaba su presencia y Vinícius, con el rival más desgastado, encontraba el mejor escenario para brillar.
Fue cuando apareció Vinícius en su zona de influencia y desde el costado izquierdo inventó un pase exquisito con el exterior del pie izquierdo a la llegada de Rodrygo para dar la vuelta al partido. Y poco después, era él quien se citaba con el gol, tras otro fallo grosero, en este caso de Aguado, con robo de Mbappé que asistió al brasileño para que afinase en la definición en carrera.
Con el partido sentenciado, apareció el hambre de éxito de Endrick. Luchó por un balón que se perdía y acabó provocando un claro penalti por agarrón de Král que sirvió a Mbappé para cerrar la goleada y extender su buena dinámica goleadora. (EFE)