*** En estos casi ocho meses de guerra, tan solo un acuerdo de alto el fuego ha salido adelante.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue sin comprometerse con el plan de tregua anunciado por el presidente estadounidense, Joe Biden, mientras en la Franja de Gaza impera el desánimo y el escepticismo ante la enésima promesa de una paz que no termina de llegar.
“La afirmación de que acordamos un alto el fuego sin que se cumplieran nuestras condiciones no es cierta. (…) La propuesta que presentó Biden está incompleta”, afirmó hoy Netanyahu ante el Comité de Defensa y Asuntos Exteriores de la Knéset (Parlamento israelí).
“La guerra se detendrá para recuperar a los rehenes y después mantendremos conversaciones. Hay detalles que el presidente estadounidense no presentó al público”, agregó.
Sus palabras contradicen el anuncio de Biden, en el que tras una primera fase de seis semanas (durante las que las tropas israelíes abandonarían las áreas pobladas de la Franja y serían liberados mujeres, ancianos y heridos israelíes) comenzaría una segunda fase que incluiría “el final permanente de las hostilidades” y la liberación del resto de rehenes, incluidos soldados.
Según Biden, esta segunda fase requeriría un diálogo intenso ya que todavía no están claras las condiciones del alto el fuego definitivo, algo que ha sido también criticado por los líderes de Hamás, que consideran la propuesta ambigua y sin un sólido compromiso de EE.UU. de que efectivamente la guerra no será retomada.
Después de su intervención en el comité parlamentario de Defensa y Exteriores, Netanyahu publicó un mensaje en sus redes sociales en el que aseguró que el Gobierno está trabajando “de innumerables maneras para devolver a nuestros secuestrados”.
La propuesta ha despertado además el rechazo de los socios de coalición ultraderechistas de Netanyahu, que lo consideran una capitulación ante el grupo islamista palestino Hamás. El plan de Biden “es una oferta de derrota”, dijo hoy el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que ha amenazado con abandonar el Ejecutivo si el primer ministro acepta la tregua.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, denunció además que ha ido dos veces a la oficina de Netanyahu para estudiar la propuesta y no le han dejado verla. “Si firmas un acuerdo irresponsable que ponga fin a la guerra sin el colapso de Hamás, Poder Judío (partido de Ben Gvir) disolverá el Gobierno”, le dijo al mandatario.
Desánimo y escepticismo
En Gaza, donde ya han muerto más de 36.400 palestinos, según las últimas cifras de las autoridades sanitarias, la principal reacción a las intrigas estadounidense-israelíes sobre la tregua es de desánimo y escepticismo.
“Biden dice ahora que impondrá una tregua, pero no nos fiamos porque se han sentado y han negociado mucho, pero al final nada sale adelante”, relata a EFE Tahrir Zaquot, una mujer gazatí desplazada en el campamento de Al Mawasi, en el sur de la Franja.
En estos casi ocho meses de guerra, tan solo un acuerdo de alto el fuego ha salido adelante entre Hamás e Israel, el pasado mes de noviembre, que se extendió durante una semana y que permitió liberar a 105 rehenes a cambio de 240 prisioneros palestinos en cárceles israelíes.
“Ojalá sea verdad el anuncio de este nuevo pacto porque todo lo que necesitamos es el fin de esta guerra y el fin de esta vida miserable”, relata Reem Al Agha, otra mujer gazatí y madre de cuatro hijos cuyo hogar es ahora también una tienda de campaña en la zona de Al Mawasi.
La zona, donde el Ejército israelí animó a la población de Rafah (muchos ya desplazados de otros lugares de la Franja) a huir al comienzo de su operación militar en el sur, el pasado 6 de mayo, se ha convertido en un hervidero de tiendas de campaña donde no hay agua potable ni electricidad.
“Se están propagando muchas enfermedades por consumir agua salada y llega gente a nuestras clínicas con diarrea y gastroenteritis”, dijo a EFE Paulo Milanesio, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza.
En toda Gaza, unos 500.000 niños menores de 14 años se encuentran en riesgo de sufrir malnutrición y deshidratación, que ya antes del 7 de octubre recibían “no más del 90 por ciento de sus necesidades nutricionales”, según el pediatra estadounidense John Kahler, confundador de la organización MedGlobal.
“Los efectos en el sistema inmune son reales, y a medida que se acerque el verano, en combinación con la mayor necesidad de agua, vamos a ver a niños morir por diarrea y deshidratación”, dijo el pediatra. EFE