*** El presidente chino, Xi Jinping, ha urgido a no escatimar esfuerzos en las tareas de búsqueda y rescate, así como en la atención a los damnificados.
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, expresó este martes su solidaridad con China tras el terremoto de magnitud 6,2 que sacudió anoche las provincias de Gansu y Qinghai (noroeste), que ha dejado al menos 116 fallecidos, reportó la agencia local de noticias CNA.
“Mis sinceras condolencias a todos aquellos que han perdido seres queridos en el reciente terremoto en el noroeste de China. Oramos para que todos los afectados reciban la ayuda que necesitan y esperamos una pronta recuperación”, afirmó Tsai en su cuenta de la red social X (antes Twitter).
La mandataria de la isla también agregó que Taipéi está “preparada” para “ofrecer asistencia” en las labores de rescate.
Además, la oficina presidencial de Taiwán comunicó que Tsai había transmitido su “preocupación y condolencias” a las víctimas del terremoto, y solicitó a los departamentos pertinentes de la isla que muestren su deseo de ayudar con el envío de rescatistas, en una señal de buena voluntad a pesar de las tensiones militares con Pekín de los últimos meses.
En el terremoto que sacudió la provincia central de Sichuan en 2008, y que dejó más de 90.000 muertos y desaparecidos, la ONG taiwanesa Fundación Tzu Chi y la Cruz Roja de Taiwán ayudaron con donaciones de suministros de salvamento y con equipos de rescate, tras la aprobación del Gobierno chino.
Estas muestras de ayuda son comunes al darse catástrofes naturales pese a las tirantes relaciones a ambos lados del Estrecho, aunque no siempre son aceptadas, como en septiembre de 1999, cuando Taipéi rechazó la ayuda ofrecida por China tras el terremoto que sacudió la isla y causó 2.415 fallecidos.
Pekín reclama la soberanía sobre la isla y considera a Taiwán una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí en 1949, tras perder la guerra civil contra los comunistas.
Según el Centro de Redes Sismológicas de China, el temblor se produjo a las 23.59 del lunes (15.59 GMT) a una profundidad de diez kilómetros y tuvo su epicentro en la frontera entre las provincias de Gansu y Qinghai.
El Consejo de Estado (Ejecutivo chino) y el Ministerio de Gestión de Emergencias decretaron una respuesta de nivel II al siniestro, que afectó especialmente al condado de Jishisan, en Gansu, y la ciudad de Haidong, en la vecina Qinghai, informó la agencia oficial Xinhua.
De acuerdo a medios locales, han resultado dañados los servicios de suministro de agua, electricidad, comunicaciones y transporte.
El presidente chino, Xi Jinping, ha urgido a no escatimar esfuerzos en las tareas de búsqueda y rescate, así como en la atención a los damnificados.
Otro movimiento sísmico, de magnitud 5,5, se registró en la región china de Xinjiang, también en el noroeste, sin que todavía se haya informado de víctimas.
El oeste de China (donde se encuentran las regiones autónomas del Tíbet y Xinjiang y provincias como Gansu o Qinghai) sufre con frecuencia terremotos, debido a que se encuentra cerca del lugar donde friccionan las placas tectónicas de Asia y la India, en el Himalaya. EFE