miércoles, enero 15, 2025
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América Latina, en peligro por “alianzas” impulsores del nuevo “comunismo”

Tegucigalpa, Honduras

***En la región centroamericana y del Caribe, la influencia de China comunista se ha hecho sentir, ofreciendo regalos que llevan consigo condiciones que los gobiernos de la región no suelen observar.

[su_heading]Ciudad de México, México[/su_heading]

Por: René Bolio, presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos

¿Alianzas con países democráticos o comunistas? ante esta pregunta, la respuesta inicial podría ser obvia, pero parece que en varios países de América Latina se están planteando alianzas con China Comunista, dejando de lado las oportunidades que ofrecen otros aliados como Estados Unidos y Taiwán, que es China, pero con libertad.

Sabemos que lo normal para un gobierno es buscar que su país tenga desarrollo y, con éste, lograr que haya inversión, generación de empleos, producción y pago de impuestos. Así una economía puede prosperar y ofrecer mejores condiciones a sus ciudadanos. Algunos países de Latinoamérica, en su afán por buscar resultados rápidos, han prestado oídos a las ofertas que hace el Partido Comunista Chino, que rige los destinos de cientos de millones de personas de manera arbitraria y cruel.

China comunista, bajo el control de Xi Jinping, ha establecido una política internacional de expansión que ha llevado a tener influencia en decenas de países de Asia, África y ahora de América.

Xi busca, mediante una serie de ofrecimientos de viajes, regalos, obras de infraestructura y financiamiento, que lo reconozcan como aliado y socio comercial, para ejercer su influencia en organismos internacionales y obtener una posición relevante frente a su enemigo, Estados Unidos. El acercamiento a los países latinoamericanos no es gratuito ni aleatorio, es la ejecución de un plan para ampliar su influencia en la región.

En la región centroamericana y del Caribe, la influencia de China comunista se ha hecho sentir, ofreciendo regalos que llevan consigo condiciones que los gobiernos de la región no suelen observar.

Tal es el caso de las vacunas que han llevado los comunistas hasta la región, como respuesta a la epidemia de COVID 19, generada en China por la irresponsabilidad de sus funcionarios en Wuhan. Se trata de unas supuestas vacunas que surgen de los mismos creadores del virus. Pero, además, está demostrado que las vacunas chinas NO funcionan, no evitan los contagios ni tienen efectividad. Pero se colocan la medalla de benefactores por regalar estas vacunas, y obligan a los gobiernos a tener acciones de reciprocidad.

Por otro lado, en materia comercial, los países que tienen libertades, entre ellas la libertad de mercado, han proveído al mundo de soluciones importantes, no solo en el marco de la pandemia, sino en prácticamente todos los aspectos tecnológicos y humanos.

Taiwán ha sido modelo mundial en la respuesta a la pandemia, mediante la prevención, los cuidados y la investigación. Sus aportes han sido rechazados por China comunista, impidiendo que lleguen a la Organización Mundial de la Salud y con ello a todos los países que lo requieran.

Las vacunas producidas por los laboratorios y financiadas por el gobierno de los Estados Unidos han llegado a velocidades históricas y han permitido que la vida se pueda reanudar. Ahora mismo se están enviando vacunas occidentales a muchos países del mundo, vacunas que funcionan, sin el ruido y propaganda de los chinos.

En materia de inversión extranjera, los países libres, como Estados Unidos y Taiwán, promueven a sus ciudadanos y empresas para que se establezcan libremente donde lo deseen y compitan en los mercados regionales; al contrario, toda la inversión china es controlada totalmente por el Partido Comunista Chino y cuida solamente sus intereses, por lo cual pueden tener conductas ilícitas como el dumping, que hacen que quiebren las empresas locales ante los precios artificialmente baratos de China.

Muchas industrias del mundo han quebrado ante estas arremetidas de China comunista, y con ello se han convertido en los proveedores de medio mundo, contando con mano de obra semiesclavizada y en condiciones fuera de mercado libre. Que las industrias chinas se establezcan en cualquier país ha marcado la quiebra y pérdida de empleos locales.

Ahora bien, las economías de la región tienen vínculos históricos con la economía norteamericana, desde la producción y venta de materias primas, hasta la firma y operación de tratados de libre comercio que permiten condiciones justas para las partes implicadas. Muchos de los ciudadanos centroamericanos laboran en los Estados Unidos y envían miles de millones de dólares a sus familias en la región.

Cambiar hacia China es comprometer la soberanía de cada país, es quedar en deuda con una dictadura que no tarda en cobrarla. Lo pagará la economía a corto plazo, pero también la democracia a mediano plazo.

China, como podemos observar, se siente mejor operando con dictaduras y regímenes autoritarios. Por ello, vemos su inversión en Cuba y Venezuela, y de tal manera se acerca a los países que pueden controlar mediante dictaduras, ya que las democracias podrían cuestionarla. La asociación de las dictaduras a nivel mundial es demasiado notoria para ignorarla, y conforme avance China en la región centroamericana, mayor influencia tendrá en los políticos que simpatizan con el comunismo chino.

Por otro lado, la conveniencia de cualquier gobierno para asociarse con las democracias o los comunistas es clara. Las condiciones comerciales y la transparencia son ventajas que no se tienen con la dictadura china, que cobrará muy cara su supuesta generosidad. Lo vemos en la toma de control de gobiernos en varios continentes, que comenzaron con préstamos supuestamente blandos. El interés de Xi Jinping en Latinoamérica es geopolítico, no humanitario ni comercial.

Los antecedentes de la presencia china en Cuba y Venezuela son muy evidentes: los utilizan hasta que no dan más y posteriormente cobran las facturas. Su compromiso con las dictaduras latinoamericanas lleva a un control de sus gobiernos y a una complicidad en los organismos internacionales, pero no por ello condonan deudas, sino que les sirve como elemento adicional de presión política.

Normalmente, el régimen chino miente. Sus acciones siempre tendrán el objetivo de posicionarlo en el ámbito geopolítico. Sus acciones conducen a incrementar la influencia en cada región, por lo que cada acuerdo que se suscriba con China tendrá como consecuencia debilitar la soberanía y la autodeterminación, sin olvidar que la apertura comercial a China solo trae desventajas comerciales para la economía de cada país, se deja de producir localmente y se pierden empleos.

Los mejores socios, tanto comerciales como políticos, son las democracias. Las consecuencias de pactar con China comunista, en vez de Taiwán, trae resultados indeseables.

El comercio internacional se debe basar en intercambios, no solo en la compra de mercancías baratas y de cuestionable calidad. Esto parece funcionar en el corto plazo, pero las consecuencias a largo plazo se manifiestan en la pérdida de productividad nacional y empleos y en el desbalance comercial.

Los países democráticos centroamericanos y del Caribe deben cuidarse muy bien de los tratos que hacen con la dictadura china, y evaluar claramente las ventajas de tener como socios a países democráticos. Las consecuencias de atender al oro falso de Xi Jinping, pueden ser mortales para la democracia.

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